Magaly Moro

Manuel (27 años, San Martín de Porres). Doctora, en mi familia somos de buen diente. A pesar de las carencias que hemos tenido en estos últimos meses, siempre hemos tratado de comer rico con poco dinero. Uno de nuestros platillos favoritos es la salchipapa, especialmente la que vende la señora que vive en la esquina de mi barrio. Sirve bastante y cuesta solo 6 soles.

Cuando mi mamá no quiere cocinar, la primera opción es comprar dos porciones y dividirnos entre mi papá, ella y yo.

Hace unos días, Alessandra, mi enamorada desde hace dos meses, llegó a mi casa a la hora del almuerzo. Mi mamita estaba muy cansada porque había salido en la mañana y no tuvo tiempo de cocinar, por eso, para que no se esfuerce le dije que, como siempre, compraría unos platos de salchipapa de la vecina. “Hijo, pero me comentaste que a tu chica no le gusta comer frituras ni grasas”, mejor hago algo rapidito, me recordó. “No, mami, ya le explico. Además, por una vez no creo que le pase nada. Ella lo hace por moda nada más”, le respondí para que no se sienta mal.

Sin embargo, cuando Ale se sentó en la mesa y vio el plato de salchipapa, me miró de una forma muy agresiva. Se levantó sin decir nada, cogió su cartera y se fue. La seguí muy confundido y cuando la pude detener empezamos a discutir. “Estás loco, sabes que cuido mi físico y esas cosas las odio”, me repetía.

Doctora, la dejé ir y me quedé muy enojado por el desplante. Hasta ahora no hablamos, ¿debería buscarla?

Ojo al consejo

Estimado Manuel, tu enojo es comprensible porque la actitud de ella no fue correcta. Debió buscar una manera para decirte lo mucho que la incomodaba. Asimismo, tú también debiste llamarla para prevenirla, quizás debieron llegar a un acuerdo para que las cosas se manejen mejor. Por supuesto que debes hablar con ella para que aclaren esta situación. Suerte.