Magaly Moro

Marlene (36 años, San Juan de Lurigancho). Señora Moro, aconséjeme, por favor. Estoy viviendo una situación muy complicada en casa.

La segunda semana de marzo mi suegra llegó a Lima para visitar a mi esposo. Pensaba quedarse dos semanas y luego regresaba a Huancayo, su tierra natal. Sin embargo, por la declaratoria del estado de emergencia tuvo que quedarse en nuestra casa. Desde entonces mi vida se ha ido transformando; de lo apacible y armoniosa que era, ahora solo queda el recuerdo.

Mi suegra poco a poco se adueñó de la cocina. Ella es la que prepara el desayuno, almuerzo y cena. La primera semana que convivimos le pedí que me dejara hacer esas tareas, pero ella me respondió que prefería cocinar porque no le gustaba mi sazón y deseaba que su hijo degustara deliciosos platos.

Luego, se adueñó de la lavandería. Ella es la que echa la ropa de mi esposo a la lavadora y luego la plancha. Me dijo que lo hace porque se había dado cuenta que algunas de sus prendas estaban percudidas y muy arrugadas.

Por último, se apoderó del televisor que tengo en la sala. Mis hijos veían sus dibujos animados, pero desde que mi suegra está en casa no han podido ver varios capítulos porque a la misma hora se emite la telenovela preferida de la señora.

He hablado con mi esposo sobre las actitudes de mi suegra, pero él me ha pedido que no le haga caso a su mamá, que trate de llevarme bien con ella. No obstante, la situación es intolerable. ¿Qué hago?

OJO AL CONSEJO

Estimada Marlene, entiendo tu molestia. Tienes que hablar nuevamente con tu esposo, hazle ver la incomodidad que sientes por el comportamiento de tu suegra y pídele que converse con ella. El objetivo es que traten de llevarse lo mejor posible y convivir con respeto. Todos son miembros de una misma familia y deben unir fuerzas para sobrellevar esta situación complicada.