Magaly Moro

Diego (35 años, Ate Vitarte). Estimada doctora Moro, le saluda un fiel admirador de su columna con la esperanza de que pueda esclarecer mis dudas con sus brillantes consejos. Le cuento que desde los dieciocho años me he dedicado al rubro del arte, especialmente a la comedia. Me encanta llevar felicidad a niños y adultos.

Cuando terminé el colegio, le pedí a mis padres que me inscriban en un taller de improvisación, pero ellos no podían pagarlo, así que tuve que trabajar en un mercado y costearlo yo solo. Mi vida ha sido dura, pero gracias a Dios, puedo decir que hoy vivo de lo que me gusta y amo: ser comediante. Sin embargo, nunca pensé que mi oficio podría ser un problema para mi actual pareja, Mercedes. Ella, desde que me conoció, siempre tuvo vergüenza con que me pare en un escenario. “No me gusta que todos te miren y se burlen de ti o de las ridiculeces que haces”, me decía constantemente. No obstante, nunca le hice caso.

Hace una semana, luego de 6 meses de relación, Meche me pidió que vaya a su casa para que me presente con sus padres, pero me pidió que mienta. “Dile que te dedicas a otra cosa, no sé, que estudiaste Derecho, Contabilidad, algo diferente”, enfatizó. La verdad, no quise hacerlo doctora, pero tampoco quería perderla, por eso acepté. Aquella noche fue demasiado incómoda porque escuché por horas como sus padres hablaban mal de la gente que trabaja en el arte.

Señora Moro, necesito su ayuda, ¿estará bien vivir un romance así?

Ojo al consejo

Diego, lamento la difícil situación que atraviesas en estos momentos. Trabajar del arte no tiene porqué ser motivo para que alguien se avergüence de ti. Lo mejor que puedes hacer es hablar con tu pareja y hacerle entender que sus palabras y actitudes te están dañando. En caso ella insista en humillar tu trabajo, lo mejor que puedes hacer es alejarte.