Magaly Moro

Raquel (37 años, Surquillo). Doctora Magaly Moro, estoy demasiado mortificada con la actitud que está teniendo mi esposo. Realmente no soporto que llore todos los días por el perro que dejó en la casa de sus padres.

Sé que Jeremías siempre ha sido muy pegado a su familia y, en especial, a su mascota, ya que la tiene desde hace 13 años, es decir llegó recién nacido a su casa. Sin embargo, no pensé que le afectaría tanto separarse de él.

Desde que nos casamos y nos mudamos a nuestro nuevo departamento, no hace más que llorar cada vez que recuerda a su perrito o cuando ve otros caninos por la zona. “Se parece tanto a mi Cookie”, me dice. La verdad es que me tiene harta porque ni siquiera esos perros se parecen al suyo, pero ahí está el hombre imaginando cosas.

Es más, no hay noche que no haga videollamada con Cookie y esto, obviamente, me resulta incómodo porque, a veces, yo quiero tener un encuentro sexual con mi marido o simplemente tener un espacio para conversar después del trabajo, pero no puedo. En la cama está viendo a su animal por el celular. Sé que puede sonar ridículo, pero siento que Cookie está acabando con mi matrimonio, y eso que recién vamos cinco meses de casados.

Lo peor es que ahora se lo quiere traer a mi departamento los fines de semana y ese perro es malcriado. Se hace popó por todos lados. Le juro, doctora, que busco entenderlo, pero no puedo. ¿Qué hago?

Ojo al consejo

Querida Raquel, debes comprender que a ese “animal”, como lo llamas, él lo ve como un hermano y le cuesta mucho no contar con su presencia. Para que tengas una convivencia más tranquila te recomiendo que le comentes algunas cosas que te incomodan, como las llamadas nocturnas, pero no le pidas que deje de llorar porque no está bien que reprima sus sentimientos. Ten paciencia, se resolverá. Suerte.