Paloma (25 años, La Molina). Doctora Magaly, no sé qué hacer. Me dicen que me he enamorado de un imposible. Aunque, sinceramente, no pierdo las esperanzas de que el hombre que me quita el sueño me haga caso.

Hace cinco meses conocí a un chico en la parroquia de mi distrito. Su nombre es Martín. Desde un inicio me pareció una persona educada, amable y alegre; me encantó su personalidad.

No le voy a mentir, doctora, por él empecé a frecuentar más la parroquia. Iba tres días a la semana a misa. Él siempre estaba presente. Al verlo, yo buscaba la manera de acercarme. En una ocasión me contó que era seminarista y que su objetivo era convertirse en sacerdote. Me sorprendió mucho la noticia, pero esto no fue impedimento para que yo siguiera hablando con él. Me gustaba mucho su compañía. Con el paso de los meses, nuestras conversaciones se hicieron más fluidas. Martín y yo nos hicimos amigos.

Hace un mes me contó que se iría a otra parroquia de Lima, que así se lo habían ordenado. Eso fue devastador para mí, creí que no lo vería más. En ese momento descubrí que mi dolor era porque me había enamorado perdidamente de él.

Desde entonces no dejo de pensar en qué hacer para que no se vaya lejos de mí. Creo que debería confesarle mis sentimientos. Pienso que él también puede estar sintiendo lo mismo que yo. Tal vez si se lo digo, él cambia de opinión y deja el camino del sacerdocio.

Por favor, señora Moro, aconséjeme. ¿Le confieso mi amor a Martín o dejo que continué con su vocación de servicio a Dios?

OJO CONSEJO

Paloma, creo que debes contarle a Javier lo que sientes. Sin embargo, tienes que tener en cuenta que tal vez él no siente lo mismo, así que lo mejor es que simplemente liberes tus sentimientos y tengas la certeza de que, al menos, lo intentaste. Pero procura no tener muchas esperanzas o expectativas porque podrías terminar desilusionada. En cualquier caso, acepta su decisión.

TAGS RELACIONADOS