Magaly Moro

Katherine (34 años, San Juan de Lurigancho). Estimada doctora Magaly, me siento bastante confundida con lo que estoy pasando.

Hace tres meses, aproximadamente, llegó a mi barrio Luis Antonio, un joven de 25 años natural de Ayacucho. Cuando lo vi en la tienda me pareció un muchacho muy indefenso, tierno y caballero. Me gustó mucho y creo que la atracción fue mutua, porque antes de que me retirara de la bodega, entablamos una corta conversación y él se atrevió a pedirme mi número de WhatsApp. Yo no suelo compartir esa información personal, pero algo dentro de mí me decía que esta vez lo hiciera.

Recuerdo que esa misma tarde me envió un mensaje en el que me preguntaba si podía ser su guía turística en Lima. Yo estaba de vacaciones del trabajo y acepté. Durante una semana lo llevé a conocer los lugares más bonitos de nuestra ciudad y algunas universidades, ya que Luis dejó su tierra para poder tener una mejor educación. “Mi sueño es ser biólogo o ingeniero ambiental”, me repetía cada vez que hablábamos de nuestro futuro.

La verdad es que la pasaba muy bien. A pesar de ser menor, me parecía muy maduro y divertido. Creí que estaba lista para empezar un romance, hasta que escuché a mis vecinas tildarme de “robacunas” y otros adjetivos hirientes por haberme fijado en un chico más joven. Quise ignorarlas, pero no puedo. Hace dos días que no respondo los mensajes de Luis y me duele no hacerlo, pero creo que es lo mejor. ¿Estoy tomando la decisión correcta, doctorcita?

Ojo al consejo

Querida Katherine, si ese muchacho te gusta mucho y sientes que el cariño es recíproco, entonces no tienes porqué prestarle atención a los comentarios malintencionados de los demás. No dejes que nadie decida por ti.Eres una mujer adulta y si lo deseas, vive este romance como quieras. Si lo dejas ir, podrías arrepentirte más adelante. Mucha suerte.