Magaly Moro

María Cristina (36 años, Chimbote). Doctora, me siento como la estúpida del año. Acabo de descubrir que mi marido jamás estuvo enfermo, Manuel solo fingió estarlo para sacarme dinero. ¿Con qué fin? Para pagar todos los préstamos que debía al banco. Aparte de sinvergüenza, era un moroso.

Hace cinco meses Manuel empezó a sufrir unos extraños síntomas. Le dolía mucho la cabeza y la boca del estómago, y había veces en las que no probaba bocado. Yo me preocupé y le pedí encarecidamente que fuera al hospital. Al regresar, él me comunicó que todo parecía indicar que tenía cáncer de estómago en estado avanzado. Jamás desconfié de su palabra. ¿Por qué me mentiría sobre algo tan delicado?

Esa semana no pude dormir bien, mis pequeños hijos tampoco. Lo único que sabía era que necesitaba juntar dinero para sus tratamientos. Y así lo hice, con la ayuda de toda mi familia; incluso realicé una pollada para cubrir los gastos extras que pudieran surgir.

Empecé a sospechar que todo era una farsa cuando Manuel no quería que lo acompañara a sus visitas médicas. “Es que si vas conmigo te contagiarás de Covid”, me decía para que me quedara en casa. Pero un día lo seguí a escondidas y lo encontré muy “sanito” en un casino. Luego de gritarle como loca, él me confesó la verdad: jamás estuvo enfermo, solo quería el dinero.

Doctora, yo me separaré de él por poco hombre, pero ¿cómo le digo a mis hijos que su padre nos utilizó?

Ojo al consejo

Querida María Cristina, lamento todo lo que estás viviendo. Me parece bien que hayas tomado la decisión de divorciarte de Manuel. Él no se merece a una mujer como tú.

En cuanto a tus hijos, es mejor que no se enteren de lo sucedido, ya que puede ser traumático para ellos y crecerán con rencor hacia su padre. Quizás cuando estén más grandes. Mucha fuerza.