Magaly Moro

Martín (26 años, San Juan de Lurigancho). Doctora Magaly, estoy desesperado y al mismo tiempo muy avergonzado con mi pareja. Por mucho tiempo he intentado ocultar que detesto la comida que prepara mi esposa, pero ha llegado a un punto en que ya no tolero más. No obstante, no he sido capaz de confesárselo.

María del Carmen y yo hemos sido enamorados desde  los 20 años.

Desde que la vi, supe que era el amor de mi vida y que con el tiempo se convertiría en mi futura esposa.

Para mí ella lo tiene todo. Sin embargo, la primera vez que probé su sazón me quedé profundamente decepcionado. Eso fue hace muchos años y en aquel instante le mentí porque no quería herir sus sentimientos.

Ese fue mi gran error y lo acepto, pues continué con mi mentira por mucho tiempo.

Cuando nos casamos en el 2020, nos mudamos juntos como cualquier pareja. Aunque yo me he ofrecido en varias oportunidades a cocinar, ella no lo permite e insiste en encargarse de la cocina. “Quiero sorprenderte toda la vida con mis exquisitos platillos”, me repite.

Doctora Magaly, no estoy exagerando, su comida es un asco, no me agrada en lo absoluto. Es insípida y para nada apetitosa. Todo este tiempo he fingido, pero ya no puedo más.

A veces para no comer le decía que estaba mal del estómago, pero en los últimos meses ya dejó de creer eso.

Quiero decirle, pero me da pena que se sienta mal. ¿Qué hago, doctorcita? Ayúdeme, por favor.

Ojo al consejo

Estimado Martín, te recomiendo que seas sincero con tu esposa.

Sé que al inicio te pareció una mentira inofensiva, pero hoy es importante que se aclare para que puedas continuar con tu relación sin problemas ni incomodidades.

Di la verdad, pero sin ser brusco con ella. Quizás pueden llegar a un acuerdo y compartir la labor de cocinar. Mucha suerte.