Magaly Moro

Paulina (35 años, San Martín de Porres). Señora Magaly, no sé qué hacer, ayúdeme con una inquietud.

Luis y yo tenemos un año de casados. Luego de tres años de novios decidimos dar el siguiente paso convencidos de que queríamos formar una familia. En los primeros meses nos chocó vivir juntos ya que no habíamos experimentado la convivencia, pero creo yo que estábamos adaptándonos. Eso pensé hasta que hace dos meses el comportamiento de mi esposo empezó a cambiar y me pareció sospechoso.

Luis dejó de dormir conmigo en la cama. Empezó a acostarse en el sofá. La primera vez lo encontré acostado en el sofá durmiendo con Pepo, su perrito. Le pregunté qué pasó y me dijo que se había quedado dormido. Sin embargo, esto siguió repitiéndose. Le pedí a mi esposo que me dijera la verdad, el motivo por el que no quería dormir conmigo en la cama y me respondió que era porque yo no dejaba que Pepo, su querida mascota, durmiera con nosotros en nuestro cuarto.

“Tú sabes que amo a Pepo. Es como mi hijo. Él solía dormir conmigo en mi cama, pero ahora que no es posible se resiente y se pone triste. No quiero verlo así. Por eso estoy durmiendo con él. Tal vez podrías cambiar de opinión”, me dijo.

Doctora Moro, me pareció una niñería lo que me dijo, un capricho. Mi esposo prefiere dormir con el perro. Es el colmo. ¿Cree que debo ceder y aceptar que Pepo duerma con nosotros o me mantengo firme en mi decisión de dejarlo afuera del cuarto? Su consejo, por favor.

OJO al consejo

Estimada Paulina, considero que no tiene nada de malo que Pepo duerma con ustedes. Si existiera una razón poderosa para no permitirlo, como una enfermedad, lo entendería, pero parece que ese no es el caso. Además, ahora Pepo también es parte de tu familia. Los perritos son animales muy amorosos y fieles que alegran la vida. Tienes mucha suerte de tenerlo.