Magaly Moro

Luisa (71, Carabayllo). Doctora Moro, espero que mi historia no le parezca tonta, pero es que realmente no sé qué hacer o decir sin correr el riesgo de ofender a mi marido. Con Arturo estoy casada hace 40 años. Su look rockero y su hermosa cabellera me cautivaron completamente; sin embargo, ahora mi esposo luce muy diferente, pero yo lo sigo amando igual o más que aquel entonces.

El asunto, señora Moro, es que mi esposo se ha obsesionado con seguir viéndose como antes; y como ha perdido regular cabello, sobre todo en esta pandemia que tanto estrés nos genera, ha decidido utilizar un peluquín. Hace un par de meses me comentó de esta decisión, yo traté de persuadirlo, no obstante, solo conseguí una discusión. “Es mi cabeza y yo decido hacer con ella lo que me plazca. ¿O acaso te doy vergüenza?”, me gritó ofendido.

Como pasaron varias semanas y seguía con su mismo look, pensé que había olvidado el asunto. Lastimosamente, no fue así. Hace unos días se apareció con un terrible peluquín, le quedaba pésimo, pero me reservé mi comentario para evitar pelear o hacerlo sentir mal. En cambio, mis hijos empezaron a bromear con su nuevo aspecto. Al principio, Arturo se rio, pero luego dijo con un tono de voz muy serio “ya, cállense y no me molesten”. Como mis hijos lo respetan demasiado, no volvieron a hablar del tema

Doctora, en casa no decimos nada, pero la gente del barrio ya empezó a ponerle sobrenombres y se burlan de él. A mí me molesta eso y también detesto ese horrible peluquín. ¿Qué hago? Ayúdeme.

Ojo al consejo

Querida Luisa, intenta decirle con sutileza que ese accesorio no le sienta bien y que tú lo amarás hasta sin cabello. En caso se enoje y quiera seguir usándolo, entonces deberás respetar su decisión, quizás solito se dará cuenta que no luce bien. Tenle paciencia.

Respecto a los comentarios y burlas de tus vecinos, debes poner límites. Mucha suerte.