:quality(75)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/elcomercio/NC2YCOQAGZH7LASWVLVWFYZUT4.jpg 420w)
Juliana (29, San Juan de Miraflores) Empecé a trabajar a los 16 años cuando mi padre falleció y mi mamá me abandonó. Desde aquella época me he esforzado mucho para ayudar económicamente a mi abuela y ser una mejor persona. Ingresé a un instituto con la finalidad de convertirme en una cocinera profesional y lo logré.
Al principio fue complicado estudiar en las mañanas, trabajar en las tardes y velar por el bienestar de mi abuela en las noches, pero luego me acostumbré a ese ritmo de vida.
En uno de mis empleos conocí a mi actual pareja, Roberto, cuando cubrí su puesto mientras atendía una emergencia familiar. Como agradecimiento me invitó a salir. Con el tiempo decidimos ser enamorados.
Doctora, hace siete meses Roberto tuvo un problema en el trabajo y fue despedido. Desde entonces, mi vida se ha convertido en un martirio. No trabaja y no hace el mínimo esfuerzo para encontrar un empleo, pese a que lo he recomendado en algunos restaurantes que conozco. Lo contratan, va unos días y nunca más regresa. Me hace quedar mal.
Yo pago los servicios de agua, luz e internet, y él no muestra el más mínimo interés en ayudarme.
Desde que vivimos juntos me pide dinero y no puedo dejar de dárselo porque lo amo. Veinte, cincuenta o hasta cien soles ha llegado a recibir de mi parte. Doctora, siento que estoy enamorada de un mantenido que solo tiene interés en mi dinero. Quiero que cambie y que trabaje de nuevo, pero Roberto dice que jamás lo volverá a hacer.
CONSEJO: Juliana, eres una mujer luchadora que no debe gastar su tiempo, ni mucho menos su dinero, con alguien que no muestra interés en ti. Déjalo y sé feliz.