Al reprobar un examen o no conseguir el trabajo para el que estabas postulando, puede que sientas vergüenza pero si lo piensas mejor, esa sensación se relaciona con el pensamiento de que eres un fracaso. En primer lugar fíjate que para ese juicio te basas sólo en este incidente y no en todo tu esfuerzo previo. En segundo lugar, pregúntate si realmente estabas bien preparada.
Viendo la situación en perspectiva, notarás que si te sientes avergonzada es porque asumes que no has logrado cumplir con la imagen de ti misma que querías que los otros tengan.
Las personas que se avergüenzan con frecuencia tienen problemas de seguridad y son muy sensibles porque todo les afecta. Además, tienden a creer que no tienen un valor por sí mismos al margen de su estatus social o económico.
Ante una situación que puede ser motivo de vergüenza hay tres mensajes claros que pueden ser muy útiles: nadie es perfecto, no hay que compararse con nadie y hay que aceptarnos como somos.
Así como no vale la pena avergonzarse de sí mismo, tampoco hay que avergonzarnos de nadie, a poca gente le gustaría estar a tu lado si antepones esas cosas.