Si en tu vida se pasa de la calma a la tormenta y viceversa con demasiada facilidad, tal vez ello también ocurra en el terreno del sexo. Cuando, por ejemplo, la euforia e hiperactividad dan inmediatamente lugar a la depresión, el cambio anímico tiene una repercusión directa en el comportamiento sexual.
Todo es un sube y baja con la bipolaridad. Se calcula que aproximadamente el 60% de las personas que padecen el mal sufren repercusiones en materia sexual. Estos individuos pueden experimentar fases de gran desinhibición y promiscuidad, solo para dar paso a una disminución radical del deseo sexual.
"Durante las fases maníacas se produce un aumento de la producción de una sustancia cerebral denominada dopamina, que es el neurotransmisor de la motivación, el que nos impulsa a hacer cosas y a probar cosas nuevas, y es también fundamental en la excitación sexual. La manía, por tanto, aumenta la excitabilidad sexual, mientras que la depresión la disminuye", dice el doctor Eduard Vieta, de la Universidad de Barcelona.
Estos cambios radicales generalmente hacen que la persona tenga dificultades para mantener una pareja estable. Asimismo, se han presentado casos de retraso en la eyaculación, impotencia y anorgasmia relacionados con el trastorno bipolar.