Siempre decimos: "Todo vuelve multiplicado". Eso es karma, acción-reacción, causa-efecto. Según un artículo de Claudio Domínguez para Infobae y del cual compartimos un extracto, el karma no es malo ni bueno, es neutro. Es todo lo que uno genera y hace, cada situación, cada actitud, cada pensamiento, cada emoción, cada palabra, cada decreto es una energía, que genera una reacción en el universo. Los genios le llaman energía vibratoria. Todos somos moléculas, átomos, vibrando en el vacío, sólo que ante los ojos humanos parecemos sólidos.
Si nos mirásemos con un microscopio potente de alta complejidad, veríamos que el último protón de la última molécula nuestra está vacío, ni siquiera nos tocamos, sólo que, para los sentidos tan bajos en su vibración, vemos que todo está duro, sólido y compacto. Pensar que cuando uno se está matando con otro o amando, ni siquiera se está tocando. Cuánticamente, los genios nos dicen que en realidad no somos nada, mientras que para el amor somos todo, porque la energía está funcionando sólo por amor.
Entonces el karma es todo aquello que hacemos, sentimos o pensamos, y que atrae automáticamente una consecuencia, la famosa ley de causa y efecto. Toda acción tiene una repercusión en el universo y, por ende, en nuestra propia vida.
El karma, es neutro, es decir, tan bueno o tan malo como lo que estamos o estuvimos realizando. Que nosotros estemos acá escribiendo esto o que ustedes estén ahí leyéndolo es karma. Todos estamos en distintas situaciones kármicas, según el nivel de conciencia adquirido como resultado de muchas idas y venidas al planeta.
Nuestro presente es resultado de los hechos que en el pasado hemos causado, y lo que llamamos futuro, con cierto viso de irrealidad porque aún no ha llegado, dependerá de lo que estemos generando en este instante, del amor o el daño que causemos a otras formas de vida.
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