Cuidado con el ardor estomacal
Cuidado con el ardor estomacal

Es un mal silencioso. Puede permanecer largo tiempo sin mostrar síntomas, pero cuando lo hace, ha de tomarse como una señal de alerta. La gastritis consiste en una inflamación estomacal que se traduce en dolor en la parte superior del vientre o abdomen, concretamente en la boca del estómago. Cuando la afección aparece, la mayoría opta por tomar antiácidos o pastillas para aliviarla momentáneamente. No obstante, lo recomendable es acudir a un gastroenterólogo para que evalúe la verdadera dimensión del mal.

“Uno no debería tomar la gastritis como una molestia normal. Solemos creer que ante el estrés, los problemas laborales y el no comer a tiempo es usual su aparición. Sin embargo, el 80 o 90% de los peruanos presenta problemas de estrés y no come a tiempo, mas no tiene gastritis”, señala el doctor Fernando Suazo, especialista en oncología. Según él, la gastritis es más peligrosa cuando es ocasionada por la bacteria Helicobacter pylori, cuya presencia en el aparato digestivo solo puede ser comprobada por un experto a través de biopsias u otras pruebas.

El parásito se transmite a través del agua que no sido correctamente tratada. Asimismo, por alimentos que han entrado en contacto con dicho líquido. Este agente patógeno es tan resistente que ni siquiera los ácidos gástricos pueden destruirlo. Ahí radica su peligrosidad. Además, cuando llega a las paredes del estómago empieza a operar cambios que originan la gastritis. Afortunadamente, es posible deshacerse de la bacteria con tratamientos a base de antibióticos o antiácidos. Pero, lo mejor es prevenir: consumir solo agua 100% potable.

La bacteria Helicobacter pylori es también capaz de incrementar las probabilidades de desarrollar cáncer gástrico, cuyos síntomas suelen confundirse con los de la gastritis. “La única forma de diferenciar entre ambos padecimientos es a través de una endoscopía, pues se manifiestan de manera similar. Solo se distinguen cuando el cáncer empieza a avanzar: bajas de peso o comes unos cuantos bocados y te llenas. Entonces te das cuenta de que la enfermedad ya te ganó”, advierte Suazo.