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Aunque no lo crea, la obesidad favorece el desarrollo de asma en personas susceptibles, según lo demostrado por la mayoría de los estudios realizados, que han detectado la existencia de una asociación entre el índice de masa corporal (IMC) y el posterior desarrollo de asma. Un IMC por encima de 30 hace el diagnóstico de obesidad. Se estima que la obesidad aumenta entre 1,1 a 3,5 veces las posibilidades de padecer asma.

Existen distintos factores (inflamatorios, hormonales, genéticos, dietéticos, sedentarismo y pobre actividad física) que podrían explicar la asociación entre asma y obesidad, pero “no se conocen con exactitud los mecanismos implicados en la relación entre ambas enfermedades”, esta relación es compleja y además de ser un ejemplo de cómo interactúan los genes y el  en el origen de ambas enfermedades, lo más probable es que exista más de un mecanismo implicado, así lo explica el Dr. Rafael Reaño Ortega, médico neumólogo y gerente médico de GlaxoSmithKline en Perú.

La obesidad puede reducir la capacidad pulmonar y el tamaño de los bronquios, además de afectar el volumen de sangre en los pulmones. No se debe olvidar que el asma bronquial es, en sí, una enfermedad inflamatoria.

“La obesidad es un factor asociado a peor control del asma independientemente de la edad”, añade el Dr. Reaño. Los pacientes obesos con asma tienen más crisis, que empeoran la calidad de vida relacionada con la . Por otro lado, el exceso de peso interfiere en la eficacia de los medicamentos para tratar el asma y, como consecuencia, los pacientes asmáticos obesos responden peor al tratamiento.

El asma y la obesidad son dos enfermedades crónicas de gran impacto en la  y cuya prevalencia ha aumentado en los últimos años en los países desarrollados. La gran prevalencia de ambas enfermedades se está convirtiendo en un importante problema social debido a que los asmáticos obesos padecen frecuentemente síntomas relacionados al asma, lo cual genera un mayor ausentismo escolar o laboral. 

Los pacientes que son diagnosticados con más frecuencia de asma severa tienen un mayor riesgo de complicaciones, hospitalizaciones e incremento de los costos relacionados a la salud. Estas personas tienen peor calidad de vida con peor control del asma y necesitan usar corticosteroides orales en más ocasiones, lo cual aumenta el riesgo de seguir incrementando su peso, sostiene el especialista.

Finalmente, el perder peso, entre el 5-10% (ya sea por dieta o por cirugía de derivación gástrica) puede mejorar el control del asma y existen datos que confirman que la reducción de peso conlleva a una mejoría de los síntomas, de la capacidad pulmonar y del control de la enfermedad. No olvide acudir a los controles y consultar con su médico, concluye el experto.

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