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París, Francia (AFP).- El exclusivo Hotel de Crillon de , una centenaria joya arquitectónica actualmente propiedad de un príncipe saudí, reabre sus puertas este miércoles, después de más de cuatro años de obras.

Su renovación es la tercera de un gran hotel de la capital francesa, tras el Plaza Atenea en 2014 y el Ritz el año pasado.

En total, 147 artesanos, entre tapiceros, ebanistas, marmolistas y hasta doradores, trabajaron minuciosamente en el renacimiento del primer gran hotel de prestigio parisino abierto en 1910, en un extremo de los Campos Elíseos.

Las obras se prolongaron dos años más de lo previsto, debido sobre todo a la creación de un segundo sótano, que alberga una piscina y un spa, esenciales para un establecimiento de máxima categoría.

Entre los decoradores, figuró nada menos que el "káiser" de la moda y el lujo, .

"Desempeñé un papel de coreógrafo para que los cuatro decoradores y mis equipos llegaran a trabajar juntos. Es una obra colectiva", explicó el arquitecto Richard Martinet, especialista en la renovación de hoteles de prestigio.

Según Martinet, no se trataba meramente de "volverlo a poner a punto (...) había que escribir otra historia".

Las habitaciones cuestan desde 1.200 euros la noche, mientras que la tarifa de la "suite" Bernstein -en el último piso, con una vista impresionante sobre la plaza de la Concordia- oscila entre 20.000 y 25.000 euros.

Desde hace casi un mes, el personal del hotel se presta al juego de imaginar diferentes situaciones para detectar el mínimo error.

"La idea es hacer tests para evaluar el servicio, la coordinación, ya sea en las habitaciones, las partes comunes o los exteriores", afirma su director general Marc Raffray, de 55 años, antiguo responsable del Four Seasons y contratado en octubre por el grupo Rosewood Hotels and Resorts, que gestiona el Crillon desde 2013.

- Responder a todas las demandas -

Raffray se jacta de los 12 mayordomos que trabajarán en el Crillon, una "primicia" en un hotel parisino, asegura.

"El mayordomo es un súper conserje con la capacidad de garantizar el buen desarrollo de la estancia del cliente, de la reserva y de su llegada a nuestro recinto, pasando por el conocimiento de sus gustos. Es un servicio completo", afirma el director general.

A la cabeza de este equipo, Alexi Argyris, también un "ex Four Seasons", asegura que los mayordomos no están allí para "servir café con guantes blancos y una pajarita. Somos los directores de orquesta, el vínculo entre el hotel y el cliente, para que este se sienta cómodo en seguida", confía a la AFP.

Pidan lo que pidan, "ya sea privatizar el Louvre o abrir un taller un domingo por la mañana, hay que poder responder a lo que sea", "en cualquier momento", asegura Argyris, quien compara su despacho con la cueva de Alí Babá.

Entre las peticiones más extravagantes que recuerda está el "deseo de un cliente que quería contar con un caballo blanco para un acto en un salón del hotel. Lo tuvo", dice, sonriendo.

El Hotel de Crillon, que emplea a unas 400 personas, dispone de 124 habitaciones, de las cuales 33 "suites" y 10 "suites signature" de gran lujo.

Alberga además un restaurante gastronómico, una "brasserie", un jardín de invierno y un bar, todo ello bajo la dirección del chef francés Christopher Hache.

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