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Las referencias ya se asomaban en el desfile masculino, presentando semanas anteriores pero nadie se imaginaba el giro que tomaría Prada al momento de reinventar su silueta una vez más y es que, gracias a su gran ingenio y destreza, la diseñadora Italiana dejó en claro que la imagen proyectada en su desfile Otoño 2016 será la imagen de la mujer de ahora en adelante.

Segura, fuerte, decidida sobre la búsqueda de su propio norte y con las herramientas necesarias para llegar a su meta.

Miuccia Prada es una narradora nata; escribe y reescribe en su cabeza con una asombrosa facilidad historias que luego plasma en cada una de sus colecciones y esta ocasión no fue la excepción.

Es como si las Sailor Moon y los años 50 se hubiesen juntado pero con un giro inesperado: El tacón, permitido, pero las botas son el mejor aliado. Botas altas pero realmente altas (sobre la rodilla). Faldas, vestidos, siempre pero jamás pantalones... No hasta ahora. Las Sailor ahora visten pantalones.

Pero no solo eso, pues es justo ahora que Miuccia Prada encorseta a las mujeres, a sus mujeres libres pero, siguiendo su iconografía, esto tiene un significado: Quizá represente a la mujer encadenada más que nunca a su propia imagen. Pues ella es quien la inspira a seguir siempre adelante.

Esta temporada, la mujer Prada es una trotamundos pura y libre. Una mujer cuya banda sonora es tan variada y diferente como sus propias experiencias y eso se refleja en su música: Stolen Roses, de Karen Elson; To Bring You My Love, de PJ Harvey; una versión narrada del poema The Guest Room, también de Harvey y para finalizar Hymne à l'amour, de Edith Piaf. 

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