Por:  | Cada año nuestra ciudad sorprende con nuevas propuestas en torno a las celebraciones realizadas con motivo del Día del Orgullo Gay. Pero sería imposible negar que este 2017, Lima se vistió de manera aún más colorida luego de un último año cargado de muchos acontecimientos un tanto oscuros ligados a la comunidad  como el tiroteo en Orlando y la falta de compromiso de nuestras autoridades en legislar a favor de una comunidad que aún no goza de todos los derechos como la mayoría de ciudadanos. 

Sin embargo, estos puntos no fueron motivos suficiente para que la fiesta Éxodo baje la guardia y más bien fue el perfecto canalizador para que muchas personas, LGBT o los llamados 'Str8 Allies' (aliados heterosexuales) celebren por todo lo alto el orgullo de ser quienes son, de no vivir en las sombras y de exigir cada día más respeto y tolerancia por parte de una sociedad que aún se niega en reconocer lo evidente: la población LGBT esta ahí, existe y somos muchas personas que, a pesar de seguir cumpliendo con todos nuestros deberes como ciudadanos, aún no se nos reconocer muchos de nuestros derechos.
Fue así que teniendo esta premisa bien clara, el equipo de producción a cargo de Éxodo no pudo organizar una mejor fiesta por el Día del Orgullo Gay que presentando a dos grandes artistas traídas desde el reino creado por la gran drag queen RuPaul. Hablamos de Manila Luzon, uno de los nombres más importantes de la temporada 03 de dicho reality show y la ganadora de la temporada 02 del ciclo All Stars, Alaska 5000.
Desde un Meet & Greet lleno de color, selfies e infinidad de fotografías para el recuerdo, pasando por un local reventando de gente gracias a la acogida que la sexta edición de estas fiestas han conseguido hasta el cariño indiscutible de dos reinas que, al igual que las otras que han pisado nuestra ciudad gracias a esta organización, quedaron embelesadas con el trato y el calor humano de los fans que no dejaron de gritar sus nombres, corear sus canciones y bailar al ritmo de cada uno de los temas y los shows propuestos por la fiesta.
Realmente una noche que demostró que vivir orgullosos en un país en donde aún no se nos reconoce en su totalidad, puede ser algo no tan difícil de sobrellevar. Y que eventos como estos, en donde la libertad primera ante todo y los gritos de alegría, furor y emoción de muchas personas -las cuales quizás bloquean sus malas experiencias en el mundo real- valen la pena como prueba de que, hoy más que nunca, todos deben sentirse más orgullosos que nunca de quienes son. 

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