Nuestro cuerpo está conformado por millones de células humanas y también por una gran cantidad de células no humanas que corresponden, principalmente, a bacterias y, en menor cantidad, a hongos y otros microorganismos. De hecho, cuenta con más células ajenas que propias, todos estos microorganismos que habitan en nuestro organismo es nuestra microbiota.

Esta no solo convive de manera armónica con nosotros, sino que mantenemos un beneficio mutuo. Nosotros las nutrimos con lo que comemos y, a cambio, ellas favorecen el sistema inmune, abastecen de energía al colon y de nutrientes como la vitamina K. Todo esto en el marco de una alimentación balanceada y saludable.

En este último tiempo las investigaciones científicas revelan la influencia de la microbiota en la salud y conducta humana. Algunos estudios asocian, por ejemplo, la alteración en la microbiota en pacientes con autismo, la obesidad o predilección por tipos de alimento con la microbiota también y el origen de alteraciones digestivas a causa de desbalances en la microbiota del colon.

La clave de mantener el beneficio mutuo radica en los alimentos que ingresan a nuestro cuerpo. Una vez más, somos lo que comemos.

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