Hace tiempo que se sabe que el ajo fresco reduce los niveles de triglicéridos y mitiga las lesiones provocadas en las arterias.
La reducción de los niveles de triglicéridos se consigue con el ajo fresco o seco, pero no con el ajo cocido. Se calcula que la potencia del ajo cocido es un 10% del ajo crudo, es decir que diez dientes de ajo cocidos equivalen a un ajo crudo.
La dosis efectiva es de 900 mg de ajo seco al día, equivalente a unos 3 g de ajo fresco al día.
El ajo mejora la circulación y es muy efectivo en caso de hipertensión arterial e infecciones. En algunos pueblos acostumbran ponerlo en las esquinas como protección y para limpiar los ambientes de energías negativas.
Puede eliminar el olor que deja el haber comido ajo masticando un par de clavos de olor o una ramita de perejil.
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