El cine japonés tiene numerosos ejemplos de suicidio,el mas famoso el harakiri, distintamente motivados, pero semejantes en lo que concierne a la ejecución. Y todos impulsados por el honor, en diferentes películas se ha demostrado esta practica. Por ejemplo en la película Los cuarenta y siete samurais (Genroku Chusingura, 1941) los protagonistas se suicidaban.
El suicidio propone que los atormentados protagonistas de Doble suicidio en Amijima (Shinju ten no Amijima, 1969), de Masahiro Shinoda. Adviértase que todos los mencionados son films de época. Si hoy un espectador japonés oyera hablar de suicidio ritual quedaría sorprendido y horrorizado a partes iguales. Pero en la cinematografía de ambientación histórica, el suicidio ritual es un recurso claramente tipificado que aparece con cierta frecuencia.
Es tan famoso la practica del seppuku, llamado también harakiri y uno de los clichés más difundidos del mundo de los samurais. Claro que el cine japonés utiliza el modelo con muy diversa intención, dependiendo de la carga ideológica de los realizadores que se han acercado a esta liturgia. El ritual comienza bebiendo sake. Después, el samurái escribe poemas de despedida en su tessen o abanico de guerra. Finalmente, vestido de blanco (el color de los muertos) y con las manos bien envueltas en papel de arroz (era deshonroso morir con las manos manchadas de sangre), comienza la peor parte.
El ritual completo consiste en clavarse el tant, arma corta similar un puñal, por el lado izquierdo con el filo hacia la derecha; cortar hacia la derecha firmemente y volver al centro para terminar con un corte vertical hasta casi el esternón, pero como es un proceso doloroso su lado asistía un kaishaku o ayudante, generalmente un amigo o familiar, que decapitaba al moribundo bajo una señal previamente acordada.
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