SOS Mi hijo/a adolescente me confesó que es gay ¿que puedo hacer?
SOS Mi hijo/a adolescente me confesó que es gay ¿que puedo hacer?

La reciente masacre ocurrida en la discoteca Pulse en la ciudad de Orlando - Estados Unidos, donde han sido asesinadas 50 personas y quedado otras 53 heridas, no han llevado a realizar esta nota para incentivar la concientización de muchas personas que las personas gay u homosexuales son exactamente iguales y tienen los mismos derechos que cualquier heterosexual.

Por lo general ante la sospecha o tras la confesión de un hijo o hija sobre su homosexualidad, muchos los padres y madres los llevan a terapia psicológica, creyendo que es lo mejor, pues entienden que tal vez un especialista de la conducta puede hacer que su hijo o hija “vuelva a ser normal”. En otros casos los padres acuden al maltrato psicológico, el castigo, llegando a veces a la violencia física; incluso llegan a expulsar del hogar a la persona homosexual, exponiéndolo a situaciones de vulnerabilidad y riesgo. El llevarlos a un psicólogo debe ser un paso para guiar la homosexualidad o lesbianismo, no ser usado como castigo para que "deje de serlo", esto conlleva a mentiras por parte del adolescente, a crear relaciones falsas para evitar más problemas con sus padres, pero la realidad que vive por dentro es dolosa, tendrá que llevar su vida de forma clandestina y su "vida normal", es decir, la que muestra al mundo es una mentira.


El la suposición de que todo el mundo es heterosexual, es una de las "normas" de nuestra cultura. Está tan aferrado a la estructura social y en la mente de la gente, que pensar otras formas de interacción afectivo-sexual u otras sexualidades distintas a la heterosexual, es motivo de preocupación, dolor y sufrimiento para muchas personas, y los padres y madres NO son la excepción.

Desde antes de que nuestros hijos e hijas nazcan, construimos un mundo de expectativas a su alrededor, y una de esas expectativas es que nuestro hijo o hija será heterosexual. Sin embargo a medida en que va creciendo, que tiene la capacidad de elegir juguetes, ropa, amistades y otros intereses, es cuando comenzamos, como padres y madres, a detectar algunas señales de que la orientación sexual de nuestro hijo o hija puede NO ser la que esperamos.

Ante tal descubrimiento, tanto los hijos, como los padres sufren mucho. Este sufrimiento tiene su origen en la alteración de los roles de género impuestos por la cultura, sabiendo todo lo que conlleva tal desafío.

Los sentimientos que agobian a padres al enterarse de la homosexualidad o lesbianismo de uno de sus hijos o hijas son varios: vergüenza, culpa, rabia, desesperación, rechazo, desamor, entre otros. En muchos casos, con el tiempo, llega la resignación, mientras que otros aceptan, acogen y deciden dar a sus hijos e hijas la libertad de ser.

"Si su hijo o hija le confiesa que es homosexual, hay una sola cosa que puede hacer como padre y/o madre: aceptarlo/a, respetarlo/a, protegerlo/a y AMARLO/A. No importa cuánto quiera hacer para que su hijo o hija “se convierta” en heterosexual. El deseo, la afectividad, la atracción, NO se imponen ni se enseñan Se nace con ello, se siente y se vivie".

El que su hijo/a acepte su homosexualidad, es muy valiente de su parte, porque gran parte de la sociedad va a rechazarlo, sus parejas serán presentadas como sus "amigos" aunque tengan muchos años de relación por el simple hecho de evitar una mayor vergüenza a sus padres, relación que llevarán valientemente soportando discriminación porque "no será igual que la de los demás", serán observados y criticados, y él o ella se mantendrán firmes ante sus sentimientos. Sumarle el rechazo por parte de los padres sería muy doloroso y en muchos casos ha llevado a gran cantidad de adolescentes al suicidio.

La homosexualidad o el lesbianismo NO es una enfermedad, no es una perversión, no es una desviación. Sólo es una forma de sexualidad distinta a la que ha impuesto la cultura, que no se elige. El amor es un sentimiento universal, que no mira sexos ni anatomías.

Es necesario aprender a aceptar, respetar, valorar y disfrutar la diversidad de amores y sexualidades que existen en el mundo. Sólo de esa manera se le permite ser felices a nuestros hijos e hijas homosexuales, lesbianas, bisexuales, transgénero o transexuales. Sólo de ese modo se puede contribuir a un mundo más plural, más rico, más amoroso y más feliz.