¿Será posible? Mientras la tecnología va aumentando de forma considerable en nuestro mundo, en algunas partes de Europa ya se ha puesto en práctica el sexo con robots y pese a que este objetivo ha sido lanzado con el fin de apoyar a hombres que tienen problemas de disfunción o discapacidad, hay estudios que sostienen el gran peligro que conlleva realizarlo.
A principios de año, el mundo conoció a Samantha, una muñeca sexual capaz de tener orgasmos, quien oferta sus servicios en un burdel de puros artificios cachondos. Su creador, el ingeniero español Sergi Santos, inauguró una nueva era de los juguetes sexuales y cada vez más hombres se van sumando a las filas del sexo artificial.
Sin embargo, un estudio reciente publicado en la Fundación para la Responsabilidad Robótica (FRR) sostiene que tener intimidad con robots sexuales fomenta que las mujeres sean vistas como un objeto, que los pederastas y violadores se vean alentados a continuar con sus conductas ilegales e incluso, pueden llegar a pervertir las relaciones humanas. ¡Eso no es todo! El doctor Aimee van Wynsberghe, codirector de la FRR, revela que hay versiones de mujeres que son "representaciones obtenidas de la pornografía" y eso afecta de forma directa con la sociedad.
Otro de los temores que advierte el estudio es que empiecen a proliferar los robots sexuales con forma de niños, bajo el argumento de impedir que los pedófilos abusen de niños "reales". Sin duda alguna, la vida sexual dejará de tornarse tan agradable con la llegada de un robot, según el estudio.
Y ¿cuánto cuestan estos objetos tecnológicos? En el mercado internacional, los robots oscilan entre 5 mil hasta 15 mil dólares. A pesar de su 'distracción' para el sexo, es poco probable que más empresas apuesten por esta tendencia. ¿No lo crees?
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