Ocurre cuando sentimos que le hemos hecho mal a alguien o hemos dejado que algo malo suceda sin haber intervenido. Esa sensación de responsabilidad es lo que conocemos como culpa, y no es malo. De hecho, es una señal de moralidad y nos permite identificar lo que hemos hecho mal.
El problema está cuando esta emoción se presenta de manera constanteo prolongada. Sentirse culpable por mucho tiempo afecta al bienestar y las relaciones sociales de cada persona.
Las malas formas de culparse
Para que ese sentimiento surja en las personas debe haber primero una causa, real o ficticia, por la cual las personas se creen culpables de algo que sucede a su alrededor. Es importante entender que todo lo que ocurre no tiene que ver nosotros, siempre hay terceras personas que intervienen.
Otra de las claves es tener conciencia de los actos y las emociones que pasan por nosotros. En base a eso, es posible buscar formas de resarcir el daño efectuado directa o indirectamente. Y de no ser posible, siempre queda la garantía de que se ha mostrado arrepentimiento y que cada experiencia deja un aprendizaje para que el error cometido no vuelva a repetirse.
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