La adolescencia es esa difícil etapa en que los padres necesitan de un manual de supervivencia. Entre los cambios de humor de los hijos y su insatisfacción permanente, es natural sentirse perdido.
Sin duda, la relación que más cambia es la de madres e hijas. De la etapa en que las niñas quieren estar detrás de sus madres e imitarlas hasta el momento en que ya no quieren siquiera salir de compras junto a sus madres, pasan muchas cosas que a veces necesitan de una buena estrategia.
No dejarse avasallar
En su intento por separarse de sus madres para adoptar una imagen propia, las hijas pueden llegar a ser irrespetuosas y hasta crueles. No se debe permitir que las cosas lleguen hasta ese punto. La madre no es una chica más y la hija, por más que lo intente, no puede pasar sobre ella o quitarle su lugar de autoridad con ánimo dialogante.
No se tome todas sus contestaciones de forma personal para que no llegue nunca a sentirse ofendida. En todo momento, mantenga la interpretación racional de la situación y espere a que desaparezca el ataque de ira para poder charlar. Se trata solamente de una etapa en que los padres deben estar pendientes para ayudar al crecimiento y madurez emocional de los hijos.
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