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La diabetes es una enfermedad en la que no solo existen mayores niveles de azúcar en sangre sino una alteración vascular que implica a todos los vasos sanguíneos del organismo, incluidos aquellos que se encuentran en los ojos.

La diabetes en los ojos recibe el nombre de retinopatía diabética, la patología ocular más común entre este tipo de pacientes. En el sentido, Verónica Talavera, directora médico de la Clínica de Ojos Opeluce, “la retina tiene vasos sanguíneos muy pequeños que se dañan con facilidad. Cuando una persona tiene niveles altos de glucosa en la sangre y presión arterial alta durante mucho tiempo, esto puede causar daño en los vasitos sanguíneos de la retina”, comenta.

La retinopatía diabética afecta, la mayoría de las veces a ambos ojos. Y por lo general, en sus primeras etapas, no genera síntomas. Entre sus principales daños se encuentra: 

1. Pérdida completa o parcial de la visión y llega a ser irreversible. “Para detectar el daño en la retina causado por la diabetes, debe estar alerta a los siguientes síntomas: visión borrosa o doble, luces centelleantes o puntos ciegos, manchas oscuras o flotantes, dolor o presión en uno o ambos ojos y dificultad para ver las cosas en los extremos del campo visual”, destaca la especialista. 

El riesgo de pérdida de visión en personas diabéticas es 25 veces mayor que en el resto de la población. Por ello, todo paciente diabético debe consultar al oftalmólogo o retinólogo al menos una vez al año, incluso aunque no tenga problemas de la vista.

2. Cataratas. Las fluctuaciones en los niveles de glucosa hacen que el cristalino, que es nuestro lente interno, y por su nombre, totalmente transparente, se ponga opaco.

3. Hemorragia vítrea. Esta consiste en la presencia de sangre en una zona interior del ojo llamada humor vítreo. De llegarse a producir una hemorragia en el humor vítreo, este perdería su transparencia, impediría el paso de la luz y ocasionaría pérdida de visión.

La fotocoagulación con láser ha demostrado su eficacia para reducir significativamente la pérdida grave de la vista y retrasar la progresión de la retinopatía. Es una técnica que consiste en la destrucción de los nuevos vasos sanguíneos formados en la retina o las hemorragias del humor vítreo mediante la administración de múltiples disparos de un rayo de láser. Desgraciadamente y a pesar de su eficacia, esta técnica no devuelve la vista perdida.

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