Alejada de la televisión por decisión propia, Gisela Valcárcel recordará por siempre este 2020, y tiene poderosas razones. La pandemia, una crisis sin precedentes, pero sobre todo la partida de su hermana Martha, que aún le duele.
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- ¿Ya lo asumiste?
Estoy en eso, después de un evento tan duro, admito que estoy en un proceso que no sé cuánto tomará. Aún no puedo hablar mucho del tema porque lo siento muy vivo. Aunque he avanzado bastante, en cuanto a saber que ya no tienes cerca a una persona, ni la puedes llamar por teléfono... a no está.
- Todo es un aprendizaje, hasta saber enfrentar las ausencias.
Y a partir de eso, darte cuenta de lo que realmente vale en la vida y lo qué no. Pero sobre todo estoy haciendo un aprendizaje sobre vivir sola y es una experiencia que no puedo dejar de agradecerle a Dios. Darte cuenta que venimos solos y nos vamos a ir solos.
- A inicios de la pandemia estabas junto a tu hermana en los tratamientos y nadie lo sabía.
Todo empezó el año pasado cuando me fui a pasar Navidad a Miami con ella y me di cuenta de la realidad; estaba muy mal. Todo cambió desde el 22 de diciembre del año pasado para mí. Cuando vino la pandemia, yo ya estaba en Lima con mi hermana en mi departamento y pasamos los tres últimos meses, entre el doctor en casa y el hospital. He ido detrás de las ambulancias muchísimas veces en plena pandemia, ha sido una locura mi vida y toda desde el anonimato. Ha sido hermoso a la vez saber que puedes ayudar a quien más quieres.
- ¿Cuánto te ayudó en esta difícil experiencia ser creyente?
Empecé a entender que los seres que han partido, a mi hermana le dio cáncer, pero está en el lugar de donde vino, está en un lugar maravilloso. Saber que de ahí venimos y que solo estamos pasando por esta tierra por un rato, algunos por 20 años, otros por 50 y algunos por 100. Mi hermana pasó a la eternidad y tengo ilusión de volverme a encontrar con ella porque creo en la resurrección.
- ¿La sientes?
Quisiera, pero sí la recuerdo cuando me llamaba, porque estuve con ella sus últimos tres meses, y siempre me decía: “hermana siempre hueles bien rico”. Y ahora cuando me echo mi perfume digo: “Hermana, aquí va el perfume que te gusta”. Inmediatamente la recuerdo con esa sonrisa tan linda que tenía. Era muy ingenua y dulce.
- ¿Sigues sola Gisela? Muchas de tus seguidoras sueñan con verte con una pareja al lado.
Con todo lo que te he contado igual no estoy mal, también paso momentos grandiosos, y sigo aprendiendo mucho de mí. Repito, si hay un hombre bueno en todo el sentido de la palabra y es para mí, pues genial, pero si no, no. No necesito a alguien a mi lado, he aprendido a vivir sola y eso es bueno. Le decía el otro día a una persona, cuando yo entre a la vida de otro quiero sumarle y quiero que me sumen también. Ya no será porque necesitaba estar, o porque no aguanto la soledad no, será porque voy a sumarle a alguien.
- ¿Tendría que ser un hombre creyente también?
Sin duda, sin duda. ¿No podrías estar con alguien que no tenga tu misma fe? No, de ninguna manera. Tendría que ser alguien que crea en Dios y que practique la fe.
- ¿Crees que tras esta pandemia los seres humanos cambiaremos?
Pandemias han ocurrido a lo largo de la historia y no hemos cambiado mucho. Por un rato será, pero luego volvemos a creer que un vestido nos cambia, que un carro nos hace mejor y olvidamos cuál es nuestra verdadera identidad. Yo seguiré creyendo que soy Gisela, sé que salí de La Victoria, sé cuál es mi identidad, sé quién es mi padre, mi madre, y siento orgullo y agradecimiento de haber nacido en este país.