Así se realiza el último adiós a Lucila Campos (FOTOS)
Así se realiza el último adiós a Lucila Campos (FOTOS)

Su nombre desde hace mucho estaba forjado en letras de oro en la historia de la música popular peruana. Clara , la reina del festejo, la de la voz gigante, la pionera de la música afroperuana, “la tía lisurita”, eso y más, todo se acabó ayer. A los 78 años falleció la destacada intérprete víctima de una infección generalizada producto de la diabetes que fue minando su cuerpo, sus recuerdos; sus ganas de vivir.

Soberana de Lince, orgullosa de su raza y de su aporte al género afroperuano, Lucila fue primera en todo. Desde que empezó su carrera en el Grupo Pancho Fierro y luego en el renombrado y aún vigente Perú Negro, ella supo tomar los temas que nadie había grabado y cantado para llevarlos por el mundo. Años al lado del grupo que formó Ronaldo Campos, marcaron su carrera, su estilo, así como años antes la formó Victoria Santa Cruz.

ESTILO ÚNICO. “Toro mata”, “El guaranguito”, “Mayoral”, en su voz alcanzaban un estatus único, y es que Lucila Campos tenía ese privilegio de la voz que impactaba. Y también además de lo bien que hacía la música afroperuana se adueño de valses románticos con los que apagaba sus penas del corazón. Pero realmente para la jarana, llámenla, porque le ponía ese toque que la hizo inconfundible. Además del tema exacto, el acompañamiento preciso, la quimba perfecta, le agregaba la lisurita que ya se había hecho inconfundible en sus presentaciones. “Todo empezó cuando un señor en uno de mis shows me mandó un papelito para que dijera una lisura, yo ni caso le hacía, pero él insistía. Hasta que finalmente de tanto que me repetía, le dije..’ya no me joda’. Allí empezó todo".

DE BUEN CORAZÓN. Mujer noble, de buen corazón, Lucila Campos además de preocuparse de sus hijos Pedro y Zoila, también se cargaba sobre la espalda problemas de otros. Fue así que empezó con las “polladas” que organizaba para dar la mano al prójimo, aunque ya en los últimos tiempos, valgan verdades; la casa mandaba.

A pesar de su disciplina, de mirar de lejos los excesos, de ser una mujer que se cuidaba al extremo, la diabetes terminó por marcar su vida cuando aún tenía mucho por dar. La amputación de una de sus piernas, terminó por postrarla no solo en una silla de ruedas, también le quitó las ganas de seguir creyendo en la vida. Dos derrames cerebrales terminaron por quitarle sus recuerdos Y su salud se fue quebrando poco a poco. Lo que finalmente le dio una estocada artera al corazón fue la muerte de su hijo Peter. Nunca se pudo recuperar de esa pérdida, ¿qué madre puede? Lucila lloraba por ir a su lado, lo repetía una y otra vez. Pero Zoila, su hija, el ángel que la cuidó hasta ayer le repetía una y mil veces que la necesitaba con ella. Pero Lucila ya quería irse, había olvidado la jarana, su voz era un recuerdo. “Mi madre ya estaba cansada, la llevamos muy malita al hospital, no resistió. Se fue sabiendo que era muy querida, eso es importante”, dijo Zoila, la hija de la gran Lucila. Jarana asegurada arriba, Cavero, Avilés, esperan. Se armó la fiesta.

CELIA CRUZ. Le regalaba pelucas. Celia Cruz y Lucila Campos eran “comadres”. Cada vez que la reina de la salsa llegaba a Lima pedía ver a su amiga y le regalaba algunas de sus codiciadas pelucas.

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