Para Julio César Torres Valdivieso, los últimos días de su vida han sido de pesadilla. Dice que no puede dormir bien, ni salir tranquilo a la calle desde que el comisario Reber Córdova Yucra, del distrito de Mi Perú, en Ventanilla (Callao), lo amenazó con sembrarle droga y enviarlo nuevamente a la cárcel si no le entregaba mil soles.
Julio es un obrero de construcción de 34 años y fue intervenido el pasado 6 de julio cuando realizaba trabajos de parchado de pistas en la avenida Trujillo, en dicho distrito.
Relata los hechos con la voz entrecortada, como si tuviera miedo: “Me enmarrocaron sin motivo alguno, como si hubiese estado delinquiendo. Estaba en el baño de la piscina de la municipalidad cuando me intervinieron, con mi uniforme de obrero. Yo le pregunto al comisario: ‘¿A qué se debe mi detención?’. Él solo reprendía y decía palabras soeces”.
“Luego me llevan a la comisaría. Allí revisan el sistema y se percatan de que yo tenía antecedentes. Entonces el comisario me dice: ‘Ya, pues, cómo es’. Me pide mil soles. Manda a traer droga y arma. Y dice: ‘Esto es tuyo’. ‘¿Por qué me va a hacer este daño?’, le digo. Él me responde:‘Cállate la boca, si tu me traes esos mil soles, yo te voy a dejar, pero si no me los traes, donde te vea te voy a levantar, te voy a sembrar droga, te voy a sembrar arma y te voy a mandar preso’”.
Julio revela los detalles de la extorsión en las afueras de la Fiscalía Anticorrupción del Callao, en Ventanilla, donde se ventila su caso. Allí OJO conversó con él, junto con su madre Nelly Torres y su hermana, quien prefirió guardar silencio.
“puedo ser ‘pata’”. Julio dice que por esas amenazas decidió denunciar al comisario, mayor PNP Reber Córdova, ante la Fiscalía Anticorrupción del Callao. Hace dos años recuerda que fue enviado a prisión por un hecho similar: era dirigente de construcción en ese entonces y asegura que malos agentes de la Policía lo extorsionaban.
Como él se negaba a dar dinero, el 22 de mayo de 2014 varios policías ingresaron a su casa, ubicada en la manzana B-12, lote 24, en Mi Perú, para detenerlo. Él dice que ese día le sembraron droga y arma, y lo acusaron de ser un sicario.
Por ese supuesto delito fue condenado a prisión, pero hace casi tres meses fue absuelto, declarado inocente por el Poder Judicial. Julio entonces ha tratado de hacer de nuevo su vida, hasta el 6 de julio último que fue intervenido.
“El mayor me dio un plazo para que le entregara el dinero. Me dijo que podía hacerlo el 20, 21 o 22 de julio. Luego me ha estado mandando mensajes por WhatsApp, amenazándome”, añade.
Entonces Julio, que habla en voz baja, la mirada alerta, como si se supiera vigilado, observado, saca su celular y muestra las conversaciones que mantuvo con el comisario.
“No jueguen conmigo, yo puedo ser ‘pata’, pero no les aconsejo que me tengan como enemigo”, dice en uno de los chats, mientras que en otra conversación el mayor Córdova le increpa a Julio:“Te espero a las 8, no juegues con fuego”.
EN FLAGRANCIA. Reber Córdova fue intervenido por la Fiscalía Anticorrupción y la Policía el viernes, justo cuando recibía los mil soles de manos del obrero. La operación simuló una transacción real para pescar en flagrancia al comisario, quien en 2013 fue criticado y sancionado por aparecer en una foto con el exoperador de Vladimiro Montesinos, Óscar López Meneses.
“Ayer (viernes) fui a la oficina del comisario conjuntamente con la representante de la Fiscalía Anticorrupción y la Policía para entregarle el dinero. Las autoridades comprobaron que el billete está en su poder. Se hizo la prueba de luminol a los billetes, que arrojó positivo”, relata Julio Torres.
Él cuenta que acudió a la Fiscalía Anticorrupción con los mensajes de WhatsApp. “Me he tenido que prestar esos mil soles, pero ya previa coordinación con la Fiscalía, ya esto no podía seguir así”, dice Nelly Torres, quien dejó el temor hacia un lado para defender a su hijo.
“Un día antes con dos fiscales presentes llamamos al mayor para hacerle la entrega de la plata. Ahí está la grabación, en la que se escucha cuando él me cita en la comisaría”, recuerda Julio, quien teme ahora que puedan atentar contra él o su familia, o sus hijos, por quienes dice que debe trabajar. Él y su familia solo esperan justicia.