Con 60 años a cuestas y 34 abriles como pedagogo, Ovidio Macha nunca imaginó que una pandemia cambiaría por completo el sistema educativo a nivel nacional.

Esta nueva etapa cibernética, sin embargo, no alcanza a todos sus niños y no ha hecho más que ampliar la brecha educativa en las zonas rurales a raíz de la limitada cobertura del servicio de internet y la falta de acceso a un dispositivo móvil que impide a los estudiantes recibir sus lecciones.

En medio de estas carencias y el estado de aislamiento social obligatorio, hay docentes que se las ingenian para cumplir con sus labores pedagógicas. Este es el caso del profesor Ovidio Macha Orihuela (60), docente del colegio Augusto Salazar Bondy, ubicado en el centro poblado Usibamba, en el distrito de San José de Quero, en la provincia de Concepción, región .

En los difíciles tiempos del COVID-19. el docente recorre a pie y en motocicleta los más alejados caseríos para impartir clases a sus alumnos que no tienen acceso a la televisión, radio e internet.

Para el maestro Macha, no existen barreras que le impidan brindar asistencia pedagógica y apoyo a sus alumnos ante cualquier dificultad.

“Tengo un compromiso con el país y, como educador, debo cumplir las normas de la modernización educativa”, señala el veterano profesor especializado en el área de Educación para el Trabajo (EPT) y Matemáticas.

Recuerda haber llegado al colegio Augusto Salazar Bondy en el año 1988, luego de laborar en instituciones educativas de San Martín de Pangoa y La Merced, en la selva central.

“El año 1988 llegué a Usibamba para trabajar con muchas ilusiones. Luego de instalarme en mi cuarto, salí a la calle con una sonrisa que era sinónimo de buena suerte. Los jueves, en la plaza principal, tomaba mi caldo de cordero en una feria donde atendía la señora Martha Huamán. Mientras me iba acercando, ella me sonreía y entonces no dejé pasar la ocasión de enamorarla. Fue una invitación de la vida para quedarme en este lugar para siempre”, rememora Macha, un activo participante de la huelga del SUTEP que se realizó el 2018 en Lima.

Macha no se queja de las dificultades que atraviesa para cumplir su labor en esta época de riesgos sanitarios. “Ahora trabajo entre 10 y 12 horas, vivo en el pueblo con el objetivo de guiar, instruir y conducir a los futuros ciudadanos con esfuerzo y trabajo”, concluye.

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