Por primera vez y después de más de medio siglo, los cubanos podrán abrir pequeñas y medianas empresas privadas, contratar empleados y acordar salarios, una medida de apertura económica pospuesta por años y que llega en momentos en que la isla atraviesa una crítica situación económica.

Las autoridades dieron a conocer en la Gaceta Oficial un paquete con una veintena de normas y resoluciones que organizan el trabajo independiente del Estado, incluido el reconocimiento de las micro, pequeñas y medianas empresas (Mpyme), eliminadas en la década del 60.

A partir de ahora, según el Decreto-Ley 46, se reconocerán diferentes tipos de propiedades como “actor que incide en la transformación productiva del país” y bajo la forma de Sociedad de Responsabilidad Limitada. Éstas deberán ser aprobadas por el Ministerio de Economía e inscriptas en un registro mercantil para su funcionamiento.

Podrán contratar hasta 100 empleados y los dueños deben ser ciudadanos cubanos residentes

s y las más grandes hasta 100 y en general se permitirán todas las actividades menos algunas reservadas como la edición de diarios o revistas, la educación o las ocupaciones relacionadas con las profesiones como arquitectos o abogados.

La norma especificó que estas Mpymes podrán ser además de privadas, estatales -por ejemplo dependientes de una universidad o industria- y mixtas.

Para constituir una Mpyme privada las personas deberán tener más de 18 años y ser ciudadanos cubanos residentes permanentes en el país, lo que limita las expectativas de muchos emigrados que se mostraron dispuestos a invertir en la isla.

La constitución de estas empresas está prohibida para los funcionarios y se les dará luz verde para importar y exportar sin imposición de precios, aunque deberán hacerlo mediante empresas estatales.

El paquete de leyes también actualiza y organiza las reglas de los llamados Trabajadores por Cuenta Propia o TCP, que eran la forma en que se desarrollaban hasta ahora muchas de estas pequeñas empresas que surgieron al calor de una reforma iniciada en 2010 por el expresidente Raúl Castro y que permitió en estos años una incipiente iniciativa privada compuesta por talleres de oficios, restaurantes, cafeterías, vendedores ambulantes o casas de renta para turistas.

En 1968 el gobierno cubano dispuso el cierre de los pocos pequeños negocios que quedaban en pie desde la revolución de 1959 -cuando se nacionalizaron las grandes industrias- y estatizó talleres y bodegas, un proceso que además significó la estigmatización de los empresarios y la producción particular bajo la égida del socialismo.

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