Johnny Padilla

“Lloro por quererte, por amarte, por desearte. Ay, cariño, ay, mi vida, nunca, pero nunca me abandones, cariñito”. Doña Eugenia Acosta canta el himno de su historia, de esa historia de amor que se convirtió en cumbia, que se vistió de pueblo, que baila el Perú. La viuda del compositor Ángel Aníbal Rosado, creador de tiene vivo el recuerdo del hombre al que amó; por ello, lo menciona como si no se hubiera ido. Además, ¿cómo podría olvidarlo? Si allí está “Cariñito” para que calme la nostalgia por los 11 años de su partida.

No es porque me sienta una ‘gran cosa’, pero yo creo que todos los temas que Ángel Aníbal hizo fueron dedicados a mí. Siempre hablábamos de las cosas que pasan en un hogar donde no faltan los problemitas. Le decía cuando la bohemia lo jalaba: ‘Mira lo que estás haciendo de tu vida. Dios te ha dado un don para componer. Cuídate’. Las cosas que yo le decía él las plasmaba en su música. ¿Y la letra de ‘Cariñito’? Él me decía siempre que nunca lo abandone. Cuando él cayó enfermo, me lo repetía a cada rato: ‘Nunca me abandones’. Yo lo cuidé hasta el último día. Cómo es la vida: quien me abandonó fue él. Tanto me decía que no lo abandone y él se fue”, recuerda doña Eugenia.

“Es un clásico, es un himno; la mejor prueba de que me quisieron y de que fui feliz”


Doña Eugenia Acosta

“Cariñito” fue grabado en abril de 1978 en los estudios de Elías Ponce por Los Hijos del Sol, agrupación que creó Ángel Aníbal Rosado. El compositor convocó a un team de lujo para la sesión, entre los que destacan en la primera guitarra José Luis Carvallo - ex La Nueva Crema, acompañante habitual de “Chacalón”- y Ricardo Hinostroza “Papita” -ex Néctar-.

“El día de la grabación, no llegaba la segunda guitarra y el ingeniero de grabación impaciente preguntaba ‘qué hacemos’. Ángel Aníbal tocaba la guitarra en la agrupación que acompañaba a Maritza Rodríguez, así que -aunque no quiso y casi obligado- tomó la guitarra eléctrica por primera vez en su vida. Así salió la grabación en una”, cuenta Hugo Mantari García, primo hermano de Rosado.

Eugenia Acosta recuerda el día en el que conoció a su esposo y compañero de vida

Fue en una serenata a su madre, a la que llegaron muchos músicos, uno de ellos Ángel Aníbal Rosado. Ella tenía 19 años y él algo más de 30.

“Llegó con un pantalón plomo, un saco lacre y una camisa amarilla. De verdad les digo que me causó mala impresión. Cuando empezó la fiesta, me sacó a bailar y me dijo: ‘Te he conocido, pero te tengo cólera’. ‘¿Por qué?’, le pregunté. ‘Mira, si te has dado cuenta, tienes dos lunares y yo tengo dos, por eso te tengo cólera’, respondió.

A Eugenia le encantaba cantar y Aníbal tocaba la guitarra, así que el amor empezó a crecer entre valses y jaranas. El galán le decía a su musa que cuando se casaran saldrían de gira, y ella soñaba con los escenarios y los aplausos. “Nos casamos por civil a menos de un año de conocernos y el 30 de diciembre de 1965, por la iglesia. Luego de la luna de miel, me dice: ‘Tú para tu casa y yo para la calle’. O sea, nada de esas giras soñadas. Todas mis ilusiones de querer cantar, de ser artista, se esfumaron. Pero no me quejo. Fui muy feliz a su lado”.

La musa del compositor quiere reflotar Los Hijos del Sol y se lamenta de que en la inauguración de los Panamericanos no se haya escuchado “Cariñito” en su versión original. Sin embargo, cualquier contrariedad se borra cuando escucha la canción que es el resumen de su historia de amor. “Es un clásico, es un himno; la mejor prueba de que me quisieron y de que fui feliz”, concluye doña Eugenia.

Entrevista a la esposa del reconocido cantante Angel Anibal Rosado - FOTO: Britanie Arroyo
Entrevista a la esposa del reconocido cantante Angel Anibal Rosado - FOTO: Britanie Arroyo

Fallece Eugenia Acosta, viuda de Ángel Aníbal Rosado [ACTUALIZACIÓN]

Eugenia Acosta, viuda de compositor Ángel Aníbal Rosado, creador de popular tema, falleció de cáncer el pasado 3 de mayo de 2022. Su nieta le dedicó un conmovedor mensaje en Instagram, tras su fallecimiento:

Instagram: Fatima Villarreal
Instagram: Fatima Villarreal

“Mi Abita, mi mamacita bella, mi telina, te fuiste tan rápido, hay cosas que no pude decirte, hubiera querido llevarte a cenar a distintos lugares, hacer tantas cosas contigo y poder dedicarte mis logros. La vida no lo permitió, guardaré las promesas conmigo, espero me hayas podido escuchar todas las veces que te hablé, que me hayas podido sentir todas las veces que toqué tus manitos. Te agradeceré toda mi vida que hayas guardado fuerzas al final para decirme lo mucho que me querías, para darme la bendición, siempre te recordaré abuelita. Sé que no debo llorar ni ponerme triste, tu estarás feliz y sin ningún dolor, no tengas pena mamita, estaremos bien. Donde quiera que estés, espero que sigas cantando y disfrutando, que sigas siendo la señora bonita y pícara como todos te conocieron, la familia es lo más importante, nos mantendremos unidos. Guíanos e ilumínanos desde arriba, te amo y te amaré con todo mi corazón”.


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