Luego de las celebraciones por el Día de la Madre regresamos a nuestra realidad y vemos que nuestro país sigue a la deriva. Tenemos un gobierno envuelto en graves escándalos, con una presidenta que no explica los temas de interés nacional y solo lanza frases en algún discurso protocolar. Y vemos que el Congreso, sumergido en más escándalos y empeñado en dar normas populistas, no tiene intención de fiscalizar al poder de turno y menos sancionar a malos legisladores envueltos en negociados y otras acusaciones. Y en el ámbito judicial la cosa no pinta diferente. Con diligencias y detenciones mediáticas e interminables investigaciones los innumerables casos de corrupción parecen no llegar a buen puerto. En medio de este panorama, plagado de corrupción, la inseguridad avanza galopante frenando el crecimiento económico y el desarrollo del país. Si tuviéramos un gobierno medianamente eficiente y un Congreso con visión de futuro, el país podría reiniciar su marcha y bajaría, por ejemplo, la pobreza. Pero todo indica que no será así.
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