Cierto es que este gobierno convive con la torpeza y el desatino, de manera que no resultaría extraño que sus tentáculos sean los responsables del intento de amedrentamiento contra la colaboradora eficaz Karelim López. En una de las puertas de su casa, los susodichos le dejaron balas, pólvora y una amenaza de muerte escrita dentro de un sobre de manila. De paso, “culpan” también a los periodistas de haber destapado esta red de corrupción que, como sabemos, alcanzaría al propio presidente de la República, según el presupuesto fiscal. ¿Para quién son las balas? ¿Quiénes son los autores de la amenaza? ¿Por qué quieren silenciar a Karelim López? Las preguntas del abogado César Nakazaki son válidas y habría que exigirle a las autoridades correspondientes la vigilancia del caso porque es imperativo saber quiénes han tomado al Estado como un botín, caiga quién caiga, y Karelim tiene más por decir de los consabidos faenones y cuchipandas.