Junto a la tumba de mamá
Junto a la tumba de mamá

Dicen que para una madre no hay hijo malo, pues es quien siempre está al lado de este para apoyarlo en todo momento, a pesar de los errores que pueda cometer en la vida.

Para celebrar a mamá en su día no es necesario que esté en vida, por lo que miles acudieron ayer al cementerio Mártires 19 de julio, conocido también como Belaunde, en Comas, donde un mar de nichos se extiende a lo largo de una llanura que alcanza la falda de los cerros.

Como en la vida misma, las instalaciones del cementerio fueron testigo de las dos caras de la moneda. Mientras algunos fueron acompañados de una radio y de una botella de cerveza, como buscando recuperar el tiempo perdido y contar sus problemas a la espera de los consejos maternos que no llegarán, otros asistieron con toda la familia reuniéndose junto al nicho de la abuelita que ya partió o de la madre ausente para recordarlas con algarabía. Algunos lloraban y otros rezaban.

“Mi mamá es de Puno y la tengo enterrada aquí junto a mi papito. Ambos no sabían leer y escribir, pero aun así mi mamá Lourdes nos sacó adelante, a pesar de que mi papá tenía problemas con el alcohol”, cuenta María Cayllahua mientras observa con sus tres pequeños hijos cómo pintan las piedras que rodean la cruz que lleva el nombre de su madre.

Arpa y violín. Dicen que la vida sin música sería un error y como tal no podían dejar de estar presentes los huaynos con arpa y violín, así como también músicos, con guitarra en mano, para ofrecer sus servicios interpretando las canciones favoritas de las agasajadas. Estaban también los famosos rezanderos y cantores, quienes cobraban 10 soles.

Tanta wawas. No solo los familiares acudieron al cementerio Belaunde, sino también decenas de vendedores ambulantes, que ofrecían productos como tanta wawas (panes gigantes), velas, gaseosas, cervezas, sombrillas, globos conmemorativos a la fecha e incluso coloridas coronas funerarias.

Sin embargo, en esta ocasión fueron los pintores de brocha gorda y pincel los más solicitados, y es que antes de retirarse, muchos contrataron sus servicios para retocar los nombres en las cruces y renovar el color del espacio en que descansa el cuerpo de la mujer para la que no existe el hijo malo.