¡Qué tal! Antonio Machado dijo que: “La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos”. Algo por el estilo profesa Ana Estrada, la peruana que logró que la justicia reconozca su decisión de poner fin a su vida, léase eutanasia, al padecer de polimiositis, una enfermedad muscular crónica, incurable y degenerativa que la mantiene entubada y postrada en una cama.
Se trata de un veredicto histórico, como polémico, del Poder Judicial, notificado al Minsa y a EsSalud, que sobre el papel pondría fin a una lucha de años de Ana Estrada por lo que llama “una muerte digna”.
Sin embargo, en medio de lo que otro sector entiende como una sentencia inviable, ella dice sentirse “emocionada”, “libre” y que “el momento llegó”. El alegato más sólido viene del Colegio Médico, a través del presidente del Comité de Ética, Alfredo Celis, quien resumió el tema con esta pregunta: ¿Qué pasa si ningún médico, atendiendo precisamente a su código de ética, se niega a aplicarle la eutanasia a Ana Estrada?
Celis entiende que la decisión de la Corte Superior de Justicia de Lima genera una situación conflictiva porque hace difícil su aplicación.
Según el galeno, debe imperar la ortotanasia, que permite que la muerte ocurra cuando deba ocurrir, brindándole al paciente todos los cuidados y tratamientos para amenguar el sufrimiento, pero sin trastocar el curso de la enfermedad. Para el viceministro de Salud, Percy Minaya, el espacio para debatir este tema es el Congreso de la República, mientras que para el jurista Natale Amprimo esto recién empieza y también se preguntó qué pasa si ningún médico quiere hacerlo.