La pregunta que rueda por las calles y plazas de nuestro país es: ¿Cómo tumbar el domingo a Brasil, en su propia cancha y con el equipazo que tiene?
Ricardo Gareca ya adelantó que “cuando uno llega a esta instancia, quiere ganarla”. Así mismo es.
Lo primero que hay que anotar es que sí estamos en condiciones de traernos la Copa América, así sea Brasil el que tengamos enfrente.
Si Venezuela y Paraguay le hicieron partido, ¿por qué no esta reinventada Blanquirroja que acaba de desinflar a Chile, el actual campeón?
Sobre el papel de los sabiondos, Brasil tiene la obligación y Perú la ilusión de campeonar. Siendo así, en ocasiones la ilusión es más poderosa que la obligación.
La ilusión implica corazón, amor propio, piel, vida; en cambio la obligación conlleva a la displicencia, el apuro, la petulancia, la samba mal bailada.
Bajo estos preceptos debe moverse nuestra selección y elevar un punto más el coraje y la sapiencia con que nos bajamos a los chilenos, que también se creían superiores. Nadie nos prohíbe soñar con el Maracanazo.
Ah, y que Ricargo Gareca siga con sus cábalas ganadoras.
Esto fue todo por hoy, cierro el ojo crítico, hasta mañana.
Esto fue todo por hoy, cierro el ojo crítico, hasta mañana.