Además de la ineficiencia de la Municipalidad de Lima y el Gobierno, incapaces para ejercer sus obligaciones de fiscalización y control, la muerte de trabajadores encerrados durante el incendio en la galería Las Malvinas confirma que en nuestro país persisten las prácticas de esclavitud laboral.
Una economía librada al libre mercado y a obtener ganancias a como dé lugar permite que los trabajadores vivan desamparados, mientras desde el poder se mira de costado cuando la autoridad debería ser severa con los malos empresarios e intervenir de oficio cuando se viola con tanta desfachatez los derechos laborales.
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