Luiz Inácio “Lula” da Silva es un adú para varios políticos peruanos, entre ellos el expresidente Ollanta Humala, y él mismo, como cabeza del Partido de los Trabajadores, se vendió siempre como un tótem al que hay que seguir al pie de la letra.
El tema es que acaba de ser sentenciado a nueve años de prisión por corrupción y, entonces, su imagen empieza a caerse como un castillo de naipes. Por coincidencia, su discípulo en el Perú, Ollanta Humala, también afronta un juicio por delitos parecidos y la pregunta válida es si no estamos ante el comienzo del fin de esta corriente “socialista”.
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