Todos queremos a Paolo Guerrero. Es nuestro ídolo máximo. El capitán innato de la Selección Nacional. Pilar de la clasificación al Mundial Rusia 2018 después de casi 40 años.
En buena cuenta, un tótem del fútbol Mundial. Recordemos su palmarés. Bayern, Hamburgo, Corinthians (con el que se consagró campeón mundial de clubes con ese soberbio gol al Chelsea), Flamengo e Internacional.
No obstante, últimamente, el “Depredador” ha equivocado su accionar en las canchas y ya se habla de que el Brasileirao le pondría una suspensión de 18 partidos -un montón- por decirle su vida a los árbitros del partido Internacional-Flamengo.
Es un castigo drástico. Demoledor. Le rompieron la cabeza, pero eso no cuenta mucho. Sería fatal que luego de los meses de castigo por el doping, ahora enfrente 18 partidos sin jugar, lo que perjudicaría directamente a la Selección de Gareca porque tendríamos a un 9 fuera de juego.
Un jugador de su edad, 35 años, con el retiro a la vuelta de la esquina, está obligado a controlarse y dejar para sus fans el ejemplo de crack del balompié, pero también de líder y de ejemplo para los niños, que tanto lo adoran. Ya para jugadores sin remedio tenemos a Cuevita.
Esto fue todo por hoy, cierro el Ojo Crítico, hasta mañana.