Qué tal.
Bueno, pues, contra viento y marea, el Ejecutivo tiene su cuestión de confianza en el bolsillo. ¿Perdió el Congreso? No. ¿Ganó Vizcarra? Tampoco. ¿Ganó el país? Sí. ¿O alguien quiere candidatos con antecedentes? ¿O alguien quiere más candidatos electos a dedo? ¿O alguien quiere que sigan las vacas sagradas en el Parlamento y que se postergue a las mujeres? ¿O alguien no quiere partidos compactos y lejanos de los financiamientos truchos? Resulta imperativa la reforma política porque, además, es urgente pisar el freno de la corrupción.
A la par con las reformas, el Gobierno tiene que atender los reclamos de los fujimoristas, apristas y otros sectores políticos que exigen mayor inversión pública, reactivación económica y resultados en la lucha contra la delincuencia.
Vivimos a salto de mata y el atraco a una familia, en plena Vía Expresa de la Línea Amarilla, evidencia que la inseguridad continúa incontrolable. Ya no hay parque, plaza, calle, barrio, urbanización o distrito donde la gente pueda transitar tranquila porque los arrebatadores, cogoteros y hampones de toda laya están a la vuelta de la esquina dispuestos a dar el zarpazo para conjurar su delito.
De manera que bienvenida la cuestión de confianza, que el debate sea fructífero y el Perú llegue fortalecido al Bicentenario.
Esto fue todo por hoy, guardo el lápiz, hasta mañana.
Esto fue todo por hoy, guardo el lápiz, hasta mañana.