Solemos pensar que el sentir frío o estar frente a bajas temperaturas es lo que origina el desarrollo de enfermedades respiratorias. Sin embargo no es el frío en sí mismo o el cambio de temperaturas (salvo que sea brusco) lo que nos enferma, sino los virus o bacterias que pululan en esos entornos.
Cuando estos microorganismos ingresan a nuestro cuerpo y, si tenemos un sistema inmune debilitado y vulnerable, se replican, nos infectan y desarrollan la enfermedad.
La clave para hacerles frente es reforzar nuestras defensas y eso requiere necesariamente buena nutrición, abrigo y estilos de vida saludables, a los que debemos añadir la actividad física, el buen manejo del estrés y calidad de sueño.
La buena nutrición se basa en lograr variedad de los diferentes grupos de alimentos, dar más espacio a las verduras y frutas frescas, y proteínas de alta calidad como el huevo y de carnes bajas en grasa.
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