La semana pasada el país se vio consternado por un accidente de carretera que costó la vida a 17 peruanos que iban de Lima a Ayacucho. Días antes hubo otro siniestro en la región Amazonas. Ayer dos nuevas tragedias vuelven a sacudir al país. Una ocurrió en el sur de la región Áncash, cerca de Recuay, mientras que un segundo incidente se dio en la región Pasco, cerca de Huariaca. En ambos hechos hay al menos 20 fallecidos más que se suman a una brutal estadística que nos hace ver que algo tiene que cambiar, tanto en el Estado como en el ámbito privado para evitar que las unidades de transporte interprovincial de pasajeros dejen de ser ataúdes rodantes. Decenas de peruanos están muriendo, y eso no se puede permitir, mientras de otro lado se afecta al turismo, que es el sustento de muchas familias. ¿O alguien cree que la gente va a venir de afuera a recorrer el país junto a su familia, en buses que no dejan de ser protagonistas de accidentes?