El anuncio de la concesionaria Rutas de Lima de que aumentará en un sol la tarifa de peaje es un golpe al bolsillo de miles de personas, especialmente a las que tienen que pagar por llegar a sus casas en la zona norte de la capital. El ministro de Transportes y Comunicaciones, Raúl Pérez Reyes, ha dicho que se evalúa un “peaje social” para aquellos que viven en zonas a las que solo se llega pagando peaje. Sin embargo, el alza parece que será más rápida y no habrá tiempo para aterrizar la idea del Poder Ejecutivo. Lamentablemente, el manejo de los peajes y sus tarifas en Lima trae un intenso olor a corrupción que viene desde los tiempos de la “Tía bacán” Susana Villarán, quien se hacía la muy rojita y muy decentita, pero a la hora de la hora sabía estirar muy bien la mano para recibir los dólares sucios de los brasileños sinvergüenzas de Odebrecht. ¿Qué nos queda a los limeños? Nada, pagar nomás, pues hay un contrato vigente que nos dejó de triste herencia la alcaldesa que ha confesado sus delitos. Es la cruda realidad.