Donald Trump es un hombre de negocios, multimillonario y que hasta hace un año había estado siempre en el sector privado, pero su candidatura a presidente de EEUU asusta a los inversores en Wall Street, que ven en su rival, la demócrata Hillary Clinton, un activo más estable.
Por su experiencia personal y presentándose por el Partido Republicano, tradicionalmente más favorable a los intereses de los grandes inversores, Trump tenía el potencial de ser el candidato "ideal" de Wall Street, pero sus poco ortodoxas propuestas económicas y su imprevisibilidad no convencen a los analistas.
"Hay un viejo proverbio en los mercados financieros, 'a los mercados no les gusta la incertidumbre', y Trump trae consigo un nivel sin precedentes de incertidumbre, tanto a la elección como a los mercados", explicó a Efe el presidente y director ejecutivo de The American College of Financial Services, Bob Johnson.
Según Johnson, los inversores se debaten en esta elección presidencial entre dos opciones que no les gustan (Clinton y Trump), aunque el "consenso" en Wall Street es que la exsecretaria de Estado es una elección "mejor y más segura" ante las "incógnitas" que el magnate inmobiliario representa en varios campos.
Con el análisis de Johnson coinciden los analistas del grupo financiero japonés Nomura, quienes en un informe publicado esta semana destacaron que "con lo que se sabe hasta el momento, la posibilidad de una victoria de Trump en noviembre significa, sobre todo, más incertidumbre sobre el futuro de la política económica de EEUU".
En su informe, Nomura señaló que el virtual candidato republicano ha defendido que la inmigración y el comercio internacional tienen un impacto "negativo" sobre la economía de EEUU y que si logra la presidencia actuará para revertir estas tendencias "aplicando de forma agresiva las leyes migratorias y dando marcha atrás en la integración de EEUU al resto de la economía global".
Según la firma nipona, las restricciones a la inmigración y las importaciones tendrían un efecto negativo sobre la economía estadounidense, que reduciría la producción y aumentaría la inflación, a la vez que "cualquier paso atrás de EEUU en la globalización tendría efectos negativos para sus socios comerciales".
Para entender el grado de complejidad de la situación política en EEUU basta apuntar que el candidato del Partido Republicano, una formación tradicionalmente defensora del libre comercio y de una mayor liberalización de la economía, se opone a tratados como el Acuerdo Transpacífico (TPP) o el norteamericano con México y Canadá (TLCAN, o NAFTA por sus siglas en inglés).
"Muchos (electores) perciben que el comercio exterior simplemente significa que se venden y compran menos productos hechos en EEUU, y no reconocen los beneficios del comercio internacional", apuntó Johnson, quien explicó que parte del electorado ve en Trump a alguien que devolverá a EEUU a los tiempos en que dominaba el sector manufacturero a nivel mundial.
Para Johnson, el apoyo de los grandes inversores a Clinton y no a Trump queda patente en las donaciones, ya que "Wall Street habla con sus dólares" y estos están yendo a parar a manos de la demócrata, quien, "pese a haber dicho que quiere subir los impuestos a los ricos, representa mucha más estabilidad que Trump".
Según el presidente de The American College of Financial Services, los posicionamientos de la exsecretaria de Estado se han escorado a la izquierda en las primarias por su dura batalla con el senador socialista democrático Bernie Sanders, pero "probablemente volverá al centro, como hizo (su marido, el expresidente) Bill Clinton en la elección general" de 1992.
"A lo largo de su carrera política, Clinton no ha sido del todo hostil a Wall Street", concluyó Johnson, quien recordó que, pese a que el Partido Republicano es ampliamente considerado el de las empresas, históricamente los mercados bursátiles han logrado mejores resultados bajo gobiernos demócratas.