FERNANDO (23, Independencia). Por dármela de bacancito he perdido a Cindy y ahora no sé qué hacer sin ella, porque realmente estoy muy enamorado y su adiós ha hecho pedazos mi alma.
Pese a que muchas veces me advirtió que no le gustaba mi comportamiento, yo seguí dándomela de la gran cosa y ahora que ella ya no está a mi lado, recién recapacito que yo tuve toda la culpa.
Siempre me gustó lucirme ante los demás y dármela de faite, lo que a Cindy le molestaba sobremanera.
Incluso me advirtió no una, sino muchas veces, que sus padres no toleraban un romance conmigo porque mis malas juntas y mi comportamiento propio de un desubicado los hizo amenazarla con obligarla a dejarme a menos que cambie.
Pero yo, cabeza de piedra, no oí las advertencias y continué no solo con mis malas amistades, quedándome hasta tarde en la calle los fines de semana y protagonizando escándalos con otros muchachos.
Cindy me tuvo paciencia, me aconsejó, intentó hacerme cambiar y lo peor del caso, doctora, que yo sabía lo que hacía, que por pensar que eso le gusta a las chicas, la desafiaba, imaginando que por dentro, eso le gustaba muchísimo, porque siempre se entregaba plenamente en la intimidad, haciéndome delirar con sus besos y caricias, desbordándose por completo conmigo.
Pero no, ella sumaba y sumaba, hasta que me dijo que lo nuestro no iba más, que yo no cambiaba pese a sus ruegos y que no había futuro a mi lado y que ya no quería verme.
Ahora pasan las semanas y no sé nada de Cindy y me siento morir, sin ella a mi lado.
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Por dármela de bacancito, la perdí



