Magaly Moro
Manolo (49, Chorrillos). Doctora Moro, estoy harto de que cada verano, desde hace 15 años, mi mujer prepare pescado a diario. Reconozco que su sazón es exquisita, sin embargo, por mucho que se esmere, comer platos marinos sin descanso ha provocado que tenga cierto repulsión por este tipo de carne.
A pesar de que intento convencer a mi pareja de alternar el pescado con pollo, carne, hígado, entre otros platos, como lo hace la mayoría de personas, ella se niega a tomar en cuenta mi petición. “En esta casa, de enero a abril, solo se come pescado”, expresa muy firme.
Varias veces me he visto obligado a comer en la calle. El dilema es que yo tengo muy buen diente, así que un menú no me basta y, casi siempre, como dos. Por supuesto, esto representa un gasto alto en mi presupuesto que perjudica la economía familiar.
Yo intento empatizar con mi esposa. Su padre era pescador y falleció un verano cuando ella era adolescente, así que su manera de recordarlo es con platos marinos, pero siento que hay muchísimas maneras más de honrar su memoria. Señora Moro, no quiero herir a mi pareja con mis palabras. ¿Cómo logro que me prepare otros platos en esta temporada? Ayúdeme, por favor.
OJO al consejo
Querido Manolo, la solución es que te sientes a conversar con tu pareja y lleguen a un acuerdo en común. También puedes comentarle que, de no decidir algo juntos, entonces comerás fuera lo que afectará la economía familiar. No está de más que menciones que entiendes que quiera honrar a su padre y que empatizas con ella.