La cena, en especial, no puede ser muy copiosa ni de digestión pesada porque pronto será la hora de descanso y, en ese tiempo, nuestro metabolismo se reduce drásticamente, justamente para mantenernos en reposo. Si la cena es abundante, no se terminará a tiempo el proceso de digestión forzando al cuerpo a seguir trabajando y no tener un descanso reparador.
Aquellas personas en etapa de crecimiento y desarrollo, como los niños, o que gastan muchas calorías como los deportistas, personas de bajo peso o con requerimientos especiales, se les puede aconsejar tener un plato de segundo para la cena, con la misma cantidad que el del almuerzo, con la salvedad de terminar, al menos, 2 horas antes de dormir.
Pero si es sedentario, es decir, si no practica ejercicio o se mantiene muchas horas sentado o de pie, la cena tiene que ser necesariamente de fácil digestión, nutritiva y moderada. Puede ser algo similar al desayuno o repetir el almuerzo, pero en mucho menor cantidad. Igualmente debe ingerirse, al menos, 2 horas antes de acostarse.
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