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Después de años de investigación la FDA dio a conocer que la carne de pollo que se vende en varios países de América y Europa contiene arsénico, un químico cancerígeno que es mortal en dosis elevadas. Este elemento se ha estado agregando en la alimentación de las gallinas por sesenta años. 

La FDA señala que  el arsénico que se mezcla en la alimentación de las aves termina en la carne de pollo que se consume en la mesa. Así que los consumidores, sobre todo estadounidenses, están ingiriendo algo que podría deteriorar su salud.

Hasta antes de la investigación, la industria avícola había negado que el arsénico que daban a los pollos terminaba en su carne. La excusa que daba era que el arsénico se excreta en las heces de pollo. Ahora que hay una base científica que prueba la irregularidad en la alimentación de estas aves, deberías replantearte el añadir o no pollo a tu dieta diaria.